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martes, mayo 01, 2007

La Democracia

Acá va un texto cortito, nada más para aclarar algunos conceptos (cambiando un poco el enfoque usado hasta ahora).


¿Democracia o auto-administración?


Democracia, gobierno del pueblo o Estado Popular. Pero ¿qué son el gobierno y el Estado sino la administración de la sociedad separada de ella? ¿decimos acaso que hay gobierno o Estado en todo lugar donde haya administración? No, sólo en aquellos lugares donde la administración es una función especializada, separada. Nadie diría que existe un gobierno o un Estado en un lugar donde las personas se administren a sí mismas. Por lo tanto, hablar de Estado o de gobierno del pueblo es hablar de una administración social separada de la sociedad… desempeñada por esa misma sociedad. El concepto de democracia por lo tanto se auto-contradice y carece de sentido en todos los casos en los que se pueda utilizar, y por más adjetivos que se le agreguen.

Para sus defensores, democracia es el régimen en el que los gobernantes son elegidos por las personas que conforman la sociedad. En algunos casos el concepto se restringe a los regimenes republicanos (constitucionales, con división de poderes), y estos a su vez a aquellos en los que hay “libertad de expresión, de prensa, de asociación, de reunión, etc.”, en los que “fluye la información” y el voto es secreto y universal. Es decir, una sociedad estatal reglamentada, compartimentada, cuyos administradores pueden ser elegidos secreta y universalmente, y que garantiza ciertas libertades.

La dominación es ciertamente democrática según ese concepto (aún con muchas reservas). Esas instituciones existen y funcionan, y las personas votan.

La contradicción reside en que justamente, no administran directamente sus vidas sino que “eligen” entre varios candidatos a dirigentes del Estado. Por la razón de que la sociedad es efectivamente democrática, lleva en sí la misma contradicción que ese concepto acarrea.

Es necesario tener en cuenta que si el sistema existe es también en gran parte porque un enorme sector de la sociedad cree en él o al menos no se manifiesta en su contra, e inclusive contribuye a fortalecerlo cuando critica a los que se oponen a él.

No se trata entonces de pedir “más democracia” o “democratización”, ni tampoco una "democracia verdadera" o “directa”, conceptos totalmente confusos. No se trata de pedir un cambio en las formas de gobierno, ya que todas ellas implican lo mismo: la separación de las personas de la administración de sus vidas, la gestión de su sometimiento.

Se trata de desconocer el actual contrato social como totalmente ajeno a nuestros deseos (donde "nuestros" alude a aquellos que queremos ser dueños plenos de nuestras vidas, y de ninguna manera a "la gente en general", es decir: no hablamos en nombre de nadie ni decimos tener apoyo en ningún lado, sino que expresamos nuestra propia forma de pensar), ya que preferimos otro totalmente diferente: el del socialismo libertario y autogestivo, el que se reconoce ante todo como propio de la especie humana en su totalidad y no de una nación, raza, etc., el que repudia toda forma de opresión y sostiene que la cooperación entre las personas es mucho más preferible que la competencia, el que cree que el impulso absoluto para vivir deberían ser las pasiones y los sentimientos y no la la rutina, la repetición de gestos prefabricados y la necesidad de sobrevivir, el que considera que las personas tienen que armonizar con su entorno y no destruirse mutuamente con él, el que opina que las actividades que no atenten contra los demás no deberían tener ningún tipo de trabas, el que toma partido por el diálogo entre iguales como mejor forma de resolver los conflictos.

Se trata entonces de comenzar a autoadministrar la propia vida, lo cual implica necesariamente salir de la democracia, ya sea completamente (derribándola), parcialmente (viviendo en sus márgenes y huecos), o conflictivamente (levantando movimientos que le impongan al poder la propia voluntad mediante la implementación de medidas de fuerza).

Animémenos entonces a decir lo que el mundo de hoy considera la mayor blasfemia:


¡Abajo la democracia!