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Palabras Rojas
 
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El blog Alegre Subversión se mudó a http://palabrasrojas.blogspot.com/. El autor de A.S ya no se hace responsable por los puntos de vista expresados en ningún artículo publicado en este espacio, especialmente aquellos anteriores a septiembre de 2007. Este blog se conserva, únicamente, a modo de archivo, y no posee ningún otro valor.


jueves, abril 26, 2007

Algunas consideraciones sobre el movimiento estudiantil

El siguiente es un panfleto genérico y adaptable a cualquier movimiento estudiantil, aunque está pensado para la lucha de los colegios pre-universitarios de la UBA.

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A los estudiantes

Es evidente que se avecina un período de gran movilización estudiantil. Si sabemos aprovecharlo, podemos hacer que realmente valga la pena, y no se termine en una mera sucesión de procesiones y discursos más o menos repetitivos y aburridos pronunciados por algunos aspirantes a dirigentes.

Tenemos dos opciones diametralmente opuestas.

Por un lado, podemos seguir los caminos habituales: dejar que nuestros movimientos sean conducidos por pequeños burócratas amantes de sus “cinco minutos de fama” frente a cámaras y grabadores. Ofrecernos generosamente como auditorio para esos “profesionales de la militancia” que quieren educarnos y dirigirnos porque piensan que carecemos de la conciencia necesaria para hacerlo por nosotros mismos. Dispersarnos ante una pelea pública de los distintos grupúsculos que quieren ser nuestra vanguardia. Repetir una serie de rituales simbólicos. Observar pasivamente como vamos perdiendo protagonismo a manos de los autodenominados “nuestros representantes”. Aceptar las condiciones que nos imponen las autoridades, y ver como en ellas somos más débiles. Sentir como cada vez el movimiento se vuelve más estéril y tenemos menos que ver con él, e ir abandonándolo de a poco. Aceptar la derrota cuando ya no quede nada, o peor aún, entregarle pacíficamente nuestra lucha a las autoridades y firmar la capitulación en un momento en el que todavía podemos dar combate. Contentarnos con alguna concesión más o menos importante, y no volver a movernos sino hasta la “próxima oportunidad” que quién sabe cuando vendrá. En definitiva, volver a casa con la amarga sensación de que nada cambió.

O bien, podemos tomar una actitud completamente diferente y jugarnos a ser plenos dueños de nuestro propio movimiento y a no sacrificarlo nunca.
Esto significa, principalmente, mirarlo y entenderlo de otra manera. Pensarlo, esta vez, como algo que realmente nos pertenece. Como el arma que nos permite dejar de ser objetos, espectadores, consumidores, votantes, masas, subdesarrollados, infantes, inconscientes, y que nos convierte en sujetos plenos, con completo protagonismo en nuestras propias vidas. Que nos abre una infinidad de posibilidades, nos da la palabra y se la quita a los que pretenden saturarnos y ahogarnos con ella.
Si elegimos esta segunda opción, elegimos el camino de la independencia, de la autonomía, de la autogestión, de la construcción desde las bases, de la creatividad colectiva, de la lucha radicalizada e ininterrumpida.

Pero ¿qué implica concretamente este segundo camino? Muchísimas cosas, de las cuales varias ya fueron puestas en práctica (dando grandes resultados) en gran cantidad de movimientos, siendo tal vez los más recientes e ilustrativos los protagonizados por lo estudiantes chilenos y franceses. Entre esas cosas, vale la pena nombrar las siguientes.

Por un lado, los recaudos que es necesario tomar para evitar el copamiento del movimiento por parte de una burocracia: auto-convocar desde las bases asambleas generales, y/o exigirle a las organizaciones estudiantiles que lo hagan. Desconocer cualquier autoridad ajena a dichas asambleas. Utilizarlas como el único ámbito de dirección de las luchas y en el cual se decidan las reivindicaciones a exigir, las medidas a tomar, la formación de comisiones y la elección de mandatarios revocables y limitados para cuestiones concretas, bajo seria vigilancia de la asamblea y subordinados completamente al mandato de ella. Revocar inmediatamente y sin contemplaciones a aquellos mandatarios que incumplan o se excedan en sus atribuciones, e inclusive expulsar de la asamblea a los que lo hagan con intereses turbios. Expulsar de la asamblea (o al menos quitarle el derecho a la palabra en ella) a todos los individuos y grupos que la usen como auditorio para sus intenciones de evangelización, educación, dirección, concientización, etc. y/o como tribuna de disputas partidarias, personales, etc., asi como también a todos aquellos que no sepan o puedan expresarse con respeto hacia sus pares y hacia las normas asamblearias. Hacer lo mismo con quienes atenten de cualquier forma contra nuestro protagonismo colectivo, por ejemplo intentando monopolizar la dirección del movimiento en manos de una minoría y/o subordinarlo a tal o cual partido político, organización, etc. Expulsar también a todos los grupos e individuos que suelan realizar habitualmente cualquiera de las cosas anteriormente nombradas, y a aquellos que declaren o hayan declarado por cualquier medio que tienen intenciones de hacerlo (especialmente, a aquellos cuyo accionar entero responde a ideologías que llaman a ello). Expulsar a todas las personas y grupos cuya presencia sea considerada perjudicial para el movimiento. Prohibir todo contacto con los medios de comunicación por fuera de aquel que sea planificado por la asamblea y llevado a cabo por los mandatarios electos a tal efecto. Prohibir el despliegue de cualquier símbolo ajeno al movimiento (por ejemplo banderas partidarias, ideológicas, nacionales o de tal o cual personaje). Establecer en asamblea todo lo que se va a negociar con las autoridades y elegir a los mandatarios que la lleven a cabo, someter a votación todos los posibles acuerdos, desconocer todo acuerdo firmado a espaldas de las asambleas (y expulsar de ellas a los responsables de hacerlo).

Por otro lado, lo que respecta a la luchas concretas en sí: nunca dejar que las autoridades impongan las condiciones de la negociación (lugar, momento, ritmos, etc.), imponerle siempre aquellas que nos sean más convenientes, respaldar todo reclamo con medidas de fuerza, rechazar cualquier acuerdo que no figure en actas, monitorear constantemente que se cumplan todas las cláusulas pactadas. Si se lleva a cabo una medida de fuerza de gran masividad y potencia y existe la posibilidad de sostenerla por más tiempo, no abandonarla hasta tanto las autoridades no acepten la concesión de todo lo exigido. Si además se mantiene esa potencia y masividad en todo el movimiento, aprovechar la oportunidad para ampliar el pliego reivindicativo a todos aquellos puntos deseados. En especial, incluir aquellas exigencias que requieren de mucha fuerza para ser conquistadas. Si ellas además benefician a otros grupos o movimientos, ir a plantearles la unidad y la coordinación para dar la lucha en común. Buscar siempre extenderla y profundizarla. Juntar fuerzas con todos los que luchen en cualquier ámbito para hacer oír sus legítimos reclamos. Experimentar la libertad que nos brinda ocupar y apropiarnos de los establecimientos en los que realizamos nuestra rutina.

Finalmente, no desmovilizarnos por más que hayamos conseguido o no lo que exigíamos: utilizar el impulso logrado para empezar a replantearnos todos los aspectos de la vida, y atacar aquellos que consideremos indeseables.

Todo lo anteriormente nombrado es sólo un marco. El contenido real del movimiento debe ser rellenado con la creatividad colectiva de todos nosotros, que en esas condiciones puede y suele llegar a alcanzar su enorme potencial.
Si estás de acuerdo con estas cosas, copiá, adaptá y difundí libremente este panfleto en cualquier ámbito.

sábado, abril 14, 2007

Segunda presentación de Alegre Subversión

Habiendo transcurrido ya casi un año desde su aparición, ya es hora de que el blog Alegre Subversión haga explícitos los objetivos que fue adoptando desde sus inicios, a medida que (sin plan previo) iban siendo escritos y publicados los artículos.

En primer lugar, hay que decir que esta publicación (puramente virtual hasta el momento, y con un único redactor), no busca terminarse en sí misma sino aportar desde su humilde lugar a un proyecto de acción colectiva, más abarcativo y ambicioso (en cuanto a cantidad de personas involucradas, temáticas, objetivos, ámbitos y formas de acción e intervención, etc.) que se nutra entre otras fuentes del enfoque aquí presentado, sometiéndolo obviamente a la crítica que todo merece. Pero hasta tanto ese proyecto no se materialice, el blog intentará aportar su granito de arena para el cumplimiento de algunas de las metas que el proyecto debería incluir, que implican contribuir a:

1) La desnaturalización, desmitificación y crítica implacable de todo lo existente, mostrando especialmente aquello que nos pasa desapercibido, que subestimamos y/o que se nos oculta, pensando integralmente todo aquello que suele considerarse como separado e independiente.

2) El conocimiento popular de que existe la opción (obviamente no reconocida por las instituciones y aparatos de dominación) de que las multitudes que formamos la sociedad nos apropiemos de la totalidad de nuestras vidas (colectiva e individualmente) y las vivamos de formas muy diferentes a la actual (suprimiendo los sinsentidos, las alienaciones y opresiones, etc.) sin que por eso vaya a sobrevenir la disolución social ni a imponerse la ley de la selva.

3) El conocimiento popular de que esa apropiación de nuestras vidas (además de ser un objetivo en sí mismo) nos dotaría de los medios materiales y sociales para solucionar todos los problemas artificialmente generados (por acción, omisión voluntaria o involuntaria, incapacidad, ineptitud, etc.) por el sistema enajenante, como son: el hambre y la miseria, la desocupación, la “pobreza”, el hacinamiento y la falta de vivienda digna, el mal estado y la restricción elitista de los sistemas de salud y educación, la delincuencia marginal, la prepotencia y maltrato policial-militar y el gatillo fácil, la desigualdad social en general, el trabajo precario-flexiblizado-informal-esclavo, el maltrato y la inseguridad laboral, el crimen organizado, las mafias y patotas, la corrupción, las guerras y las masacres de civiles, la contaminación y depredación ambiental y ecológica, la superpoblación, la sobreproducción y la escasez, e infinitos etcéteras con los que se podrían llenar páginas y páginas.

4) El conocimiento popular de la existencia y características de cientos de situaciones liberadas que ocurren hoy en día (ya sea de forma espontánea o premeditada, a diferentes escalas y en diversos ámbitos) y que ocurrieron a lo largo de la historia, en los que la apropiación autogestiva de la vida y experimentación libertaria ya sucedió parcialmente, con el objetivo de que ese conocimiento derrumbe el pesimismo y el escepticismo reinante respecto a todo lo anteriormente dicho, que permita tomar consciencia de todos las posibilidades que abre la revuelta (especialmente a partir de todas las que ya realizó, sus acciones y métodos en general, sus formas de organización, etc.) y que abra paso al estudio de sus aciertos y fracasos para que se puedan extraer de ellas conclusiones útiles. Fueron hasta el momento las principales de esas situaciones (por su extensión, duración, profundidad, implicancias, etc.):
-la abierta en Rusia en las huelgas generales proletarias y campesinas de 1917, cerrada progresivamente por la reconstrucción bolchevique del poder enajenado y definitivamente por la contrarrevolución staliniana de la década del 30,
-la abierta en España en la resistencia proletaria y popular de 1936 contra el golpe de Estado fascista, cerrada progresivamente por la reconstrucción republicano-stalinista del Estado capitalista (que tuvo su pico en la contrarrevolución de mayo de 1937) y definitivamente por el triunfo militar fascista de 1939.

5) El conocimiento popular de las distintas formas de acción directa que son y fueron empleadas a lo largo de la historia por las multitudes con el fin de imponerle al poder enajenado la concesión de ciertas reformas (con el objetivo de que dichas formas de acción directa sean imitadas o bien que se diseñen otras que resulten más efectivas) y el conocimiento de la existencia y características de los movimientos que las utilizaron y sus organizaciones (con el objetivo de que se comprenda la posibilidad de su existencia y de que se analicen sus aciertos y fracasos), habiendo siendo hasta el momento las principales de ellas (por los terremotos sociales que causaron) la primera Asociación Internacional de los Trabajadores, de 1864, y los diversos sindicatos anarquistas y revolucionarios en general de comienzos del siglo XX.

6) El conocimiento popular de los distintos errores cometidos por la resistencia a lo largo de la historia, con el objetivo de evitar su repetición y prever los que se puedan cometer un futuro. En especial, el conocimiento del peligro que encarna la formación de burocracia (y la necesidad de extirparla de raiz apenas dé señales de existencia) y el obstáculo que implica el accionar de la ya formada y cristalizada (y la necesidad de enfrentarla como al enemigo que es, por más apariencia progresista o revolucionaria que pueda tener).

7) El equipamiento teórico e histórico (a partir del análisis de las características del mundo actual y especialmente de los movimientos de resistencia que ya se están desarrollando, sus ámbitos de acción, sus métodos, etc.) de los que ya militan en alguno de los frentes de resistencia contra el sistema y de los que lo harán en un futuro, con el objetivo de que conozcan con claridad a qué se enfrentan, cuales son sus puntos débiles, con qué métodos y tácticas se pueden obtener mejores resultados, y especialmente en qué ámbitos es más conveniente la agitación.

8) El desarrollo de argumentos sólidos que puedan fortalecer las posturas alegremente subversivas en los debates.

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Como se podrá observar, la totalidad de estos objetivos tienden a dar herramientas a las multitudes para que sean ellas las que vayan marcando su propio rumbo, a diferencia de aquellas tendencias que pretenden “orientarlas”, “guiarlas”, “dirigirlas”, etc. Todo proyecto de militancia subversiva que pretenda suprimir la totalidad de las opresiones y enajenaciones debe partir de esta base, teniendo como principio absoluto la reformulación (para ampliar su sujeto) del que fuera el lema de la gloriosa Primera Internacional: “la emancipación de las multitudes será obra de las multitudes mismas”.

martes, abril 10, 2007

La revuelta y las situaciones liberadas

El artículo “Sobre las posibilidades de la revuelta en el mundo actual”, busca analizar simultáneamente algunas de las características del mundo de hoy, de las posibilidades reales de intervención y de su subversión, en comparación con las etapas anteriores (entreguerras, posguerra, crisis del “Estado de bienestar” y “globalización neoliberal”). Para eso, fueron publicadas ya las dos primeras partes, que intentan describir muy brevemente esos aspectos en dichas etapas.

Pero antes de publicar la tercera parte (que todavía está en preparación) o cualquier otro artículo, hace falta hacer algunas aclaraciones respecto a la práctica de alegre subversión de todo lo existente. Para eso publico este artículo, que se centra en la dimensión “pacífica” de esa actividad, por lo cual queda pendiente otro que trate las cuestiones relativas a la violencia asociada inevitablemente a las revueltas de multitudes (combate en las calles, coerción popular, represión, reacción, lucha armada, insurrección, etc.).

Las tres partes de este artículo (La producción-circulación, La Normalidad, la revuelta y las situaciones liberadas y La experimentación libertaria y autogestiva en la práctica) están ordenadas de mayor a menos grado de abstracción, así que los fanáticos de lo concreto pueden saltar directamente a la tercera parte, la más ilustrativa.


La revuelta y las situaciones liberadas


1) La producción-circulación

El producir y hacer circular bienes y servicios es la razón de ser de la sociedad, su elemento cohesionador y su principal actividad. No habría sociedad si no hubiera necesidad de asociarse para sobrevivir y satisfacer las necesidades y deseos de cada persona.

Las multitudes son la fuerza viva de esa actividad, su sujeto: ya sea directamente o a través del manejo de herramientas, maquinarias, etc. (o robots, en un futuro que ya es parcialmente presente), ya sea en trabajos manuales, intelectuales, etc., ya sea planificando o ejecutando diversas tareas.

Todo nuestro entorno, todo aquello que utilizamos y consumimos diariamente, todo lo que configura nuestro modo de vida, es producto (o al menos lleva encima una porción) de toda esa actividad social reproducida y acumulada día a día y generación tras generación durante milenios. Cada área de nuestra actividad requiere como soporte material de ese producto acumulado, por lo cual absolutamente todo se ve influenciado (y hasta determinado en algunos casos) por esa producción-circulación.

Sin embargo, hace ya miles de años que en varias sociedades diversos grupos se han desprendido de las multitudes al imponer una tiranía sobre ellas (de diferentes formas, pero siendo las principales la utilización de la coerción física y la auto-subordinación de las multitudes por causas místico-religiosas) conformándose como élites o clases dominantes. Mediante el sometimiento de la producción-circulación, esas élites consiguieron construir civilizaciones enteras proyectando materialmente su cosmovisión particular, constituyendo de esa manera sus instituciones, y presentándolas como naturales, divinas, imprescindibles, deseables, inevitables, etc. Entre ellas, las más clásicas son el Estado con sus fuerzas armadas y las distintas iglesias con sus mediadores para con el mundo de lo sagrado, que además para legitimarse debieron extender su dictadura hacia la esfera privada de la actividad individual, creando ese monstruo omnipresente conocido como “La Moral”.

Es así como a partir del accionar de dichos grupos desprendidos se desarrolló la otra fuerza que presentan esas sociedades, la fuerza ajena, que es exterior a la fuerza viva que conforman las multitudes y que la oprime. Dicha dominación recibe por esa razón el nombre de enajenante, y sus características concretas varían en cada sociedad.

La fuerza ajena tiene la doble característica de ser a la vez autónoma y dependiente de la fuerza viva, ya que es reproducida diariamente por el accionar de las elites pero sobre la base de todo el accionar social sometido, cuyo sujeto a la vez tiene interiorizado su cosmovisión e ideología (sin lo cual esa reproducción se vería seriamente dificultada, como ocurrió en varios períodos y situaciones históricas).

Todo el mundo moderno es heredero de ese esa enajenación, que desarrolló sus propias formas: la empresa o compañía como célula básica de la producción-circulación sometida, los mal llamados “medios de comunicación” como emisores materializados de esa cosmovisión dominante, etc.

2) La Normalidad, la revuelta y las situaciones liberadas

El estado más normal de la vida de las personas en el mundo moderno no es más que el estado más normal de esa dominación enajenante. En esa Normalidad, completamente naturalizada para las multitudes, ellas reproducen (paradojicamente) día a día la actividad de producción-circulación sometida, despojadas de toda energía creativa y destructiva (que sin embargo sigue contenida en ellas), y de esa manera envueltas en una rutina carente de sentido, aburrida y tediosa, cuyas condiciones no controlan y cuyo producto escapa a ellas y solo puede ser parcialmente recuperado a través de los (además bajos) salarios que se le pagan (excepto a los desempleados, que ni siquiera pueden tener acceso a él). De esa manera, son ellas las que fabrican diariamente ese mundo ridículo en el que habitan y por el que son dominadas, y por cuyos problemas artificiales son torturadas y hasta exterminadas.

Sin embargo, es en esa paradoja donde reside su posibilidad de emanciparse. Al ser las que lo producen todo, tienen la capacidad de detenerlo todo, y mejor aún, de revolucionarlo todo. La única barrera que realmente las separa de su libertad, del control de su actividad colectiva y del producto de su trabajo es la amenaza de represión en caso de intentarlo. Fuera de ello, todo es cuestión de voluntad.

La mercancía acumulada por la producción-circulación separada está al alcance de todos, detrás de una vidriera. Las máquinas que la fabrican también lo están. Lo mismo que los camiones, trenes, barcos y aviones que la distribuyen. Las otras mercancías, las que se consideran “servicios”, ni siquiera están fuera de sus propios realizadores (salud, educación, etc.). El mundo todo está ahí para ser apropiado y transformado a gusto por las multitudes, superando de esa manera todas las separaciones, haciendo volar por los aires todas las limitaciones artificiales que les impone el accionar represivo y la ideología internalizada del sistema.

Esto abre una posibilidad que está inmediatamente enfrente nuestro, latente en cada instante. Cuando por una u otra razón la Normalidad se detiene para algún sector de las multitudes (muchas veces a causa de ciertas luchas reivindicativas, explosiones sociales, inclusive como consecuencia de desastres ecológicos, etc.), su efecto sedante se disipa y toda ella comienza a resquebrajarse. Por entre sus grietas se derrama toda esa energía viva, creativa y destructiva, que estaba contenida bajo su opresión. Las multitudes se descubren entonces a sí mismas y comienzan a experimentar su propia libertad y el auto-control de su propia acción colectiva. Si además a esto se suma la inhabilitación del accionar represivo policial-judicial-militar (por ejemplo, por estar tomadas las comisarías por las turbas iracundas), entonces las posibilidades que se generan son infinitas. Quedan abiertas en esos casos las situaciones liberadas en las que las personas logran deshacerse momentáneamente de todo lo que las oprime, recuperando la perspectiva unitaria de sus propias vidas capturada hasta ese entonces por el mundo de las enajenaciones, lo que hace posible la experimentación libertaria y autogestiva. Aunque en la mayoría de los casos la ideología internalizada del sistema pesa en las personas haciendo que no aprovechen las situaciones liberadas para esa experimentación (o que al menos no la lleven demasiado lejos), por suerte no siempre lo logra.

Esa experimentación consiste en la realización de cualquier actividad (que no sea dañina para sus pares ni para el conjunto) sobre cuyas condiciones, entorno, medios y producto sus autores tengan pleno control, y que les permita alcanzar un máximo placer sin tener que verse limitados por barreras represivas ni prejuicios sociales (legalistas, moralistas, religiosos, espectaculares, etc.) liberando de esta manera ellos su capacidad creativa y destructiva y utilizando libremente todos los medios disponibles. En la esfera privada (es decir, de las acciones que no afectan más que al propio individuo) implica completa libertad, y en la esfera colectiva (es decir, de las acciones que afectan a todo un grupo), completa autogestión por parte de todos los involucrados, para lo cual ellos deben desconocer y disolver cualquier factor de interferencia de la fuerza ajena.

En ese sentido, la experimentación libertaria debe ser tomada como un juego hecho realidad, o bien como la realidad hecha juego, ya que de cualquiera manera su principal mérito es disolver la barrera artificial que mantiene a esas esferas forzosamente separadas. Cada instante vivido en esas situaciones liberadas vale la pena de por sí y es por lo tanto un objetivo en sí mismo. No se debe rendir explicaciones ante nadie por el hecho de vivir de la única forma en que tiene sentido hacerlo, y quien se oponga a ello es simplemente un opresor que merece ser suprimido.

Pero además, son esas situaciones liberadas las que van erosionando las bases del sistema, porque logran debilitarlo ahí donde nace: la mente de las personas que lo reproducen diariamente con su hacer alienado. Simultáneamente, es en ellas donde se va construyendo la alternativa, ya que de allí brotan los lazos socialistas, autogestionarios y libertarios que podrían reemplazar a las actuales relaciones sociales enajenadas. Mientras más lejos se lleve cada situación liberada, más profunda será la herida en el sistema, y más vivo quedará su recuerdo en la memoria de las multitudes, facilitando su reiteración y permitiendo que las nuevas que se realicen tengan un punto de partida más radical y una buena cantidad de enseñanzas extraídas de los aciertos y errores cometidos.

3) La experimentación libertaria y autogestiva en la práctica

Una situación liberada habitual suele ser abierta por la ocupación o toma de los lugares en los que se realiza la rutina. Esta acción además tiene la ventaja de darse con bastante frecuencia gracias a que suele ser utilizada como medida de fuerza en el marco (o bajo la excusa) de luchas reivindicativas.

Estas ocupaciones nos permiten ser por primera vez dueños de aquellos lugares en los que pasamos nuestras vidas. Si pensamos la cantidad de horas diarias que pasamos en ellos, siendo totalmente ajenos a nuestro control, entendemos por qué solemos tener esa sensación de ser completamente extraños a nosotros mismos. Además, es muy común que no conozcamos a las personas con las que compartimos nuestro día a día: la ocupación tiende a derribar también esa separación, permitiendo que todos se descubran mutuamente.

La toma del control del espacio físico de un establecimiento abre una infinidad de posibilidades acerca de su uso y transformación. Sólo nos damos cuenta de la cantidad de cosas que se pueden hacer en los claustros de un colegio cuando lo tomamos. Una vez tomado un establecimiento, se puede tanto continuar autogestivamente su uso habitual como “desviarlo” (en términos de la Internacional Situacionista) para que cumpla la función que queramos darle. Sobre esto pueden hablar tanto los estudiantes del Colegio Nacional de Buenos Aires como los desocupados franceses que tomaron un liceo para convertirlo en un foro de debate público (y en el cual llegaron a la “pequeña” conclusión de que era necesario revolucionar completamente la sociedad para que las cosas empiecen a tener sentido).

La implementación de la soberanía asamblearia (de la multitud hacia sí misma desconociendo toda autoridad ajena y liberando completamente la esfera privada de la actividad individual) en los establecimientos ocupados permite que absolutamente todo pueda ser discutido públicamente, y que todo lo que se discuta pueda ser llevado a la práctica. De igual manera, les permite negarles la palabra, expulsar de las asambleas y/o del establecimiento en general a los burócratas que intenten someterlas a un poder separado existente por dentro o por fuera de ellas.

A través de la soberanía asamblearia (para seguir con el caso de un colegio tomado) los estudiantes podrían si quisieran convocar a los profesores a que den clases bajo control estudiantil y suprimir todas las arbitrariedades habituales y los mecanismos de represión, entre ellos por ejemplo, el sistema de sanciones y de faltas, o modificarlos a gusto. De la misma forma, se podría decidir que cierta cantidad de horas al día serían mejor usadas para realizar asambleas y debates en general, o simplemente actividades recreativas, productivas o de cualquier tipo. Se podría avanzar en la experimentación de formas de educación mutua y libertaria carentes de docentes o reformulando su rol (como en las escuelas zapatistas, en las que no hay profesores sino promotores educativos), e infinidad de otras opciones.

De la misma forma, también se podría decidir que las paredes grises quedarían mejor pintadas de amarillo, y hacer realidad ese cambio inmediatamente. Si las tarimas de los profesores representan una humillación para el estudiante ¿por qué no destruirlas?. Siguiendo con esa forma de razonar, todo podría ser reordenado, readornado, destruido o creado si las asambleas soberanas de las multitudes así lo quisieran.

En definitiva, hay que aprovechar al máximo la incapacidad de actuar del aparato represivo hasta el momento en que no se pueda sostener más la autogestión y se deba ceder el control a las autoridades. O bien, plantear la resistencia y no abandonar el establecimiento hasta tanto no ingrese la policía a desalojar a bastonazos, e inclusive organizar la autodefensa para que no les resulte nada fácil hacerlo. En caso de que sea imposible mantener el control, siempre se pueden dejar huellas físicas lo suficientemente profundas como para que nadie pueda olvidar nunca nada de lo ocurrido. En todos los casos, la creatividad liberada por las multitudes dará a luz mejores creaciones que cualquiera de las que pueda ser incluida en este texto.

En caso de que se necesite hacer propaganda de determinada lucha o simplemente en defensa de las ocupaciones y por su extensión, siempre se pueden tomar las fotocopiadoras, salas de computación, etc. y ponerlas a producir para la finalidad deseada.

Son especialmente interesantes las posibilidades que abre la toma de los mal llamados “medios de comunicación”, como ya realizaron los habitantes de Oaxaca, México con algunos canales de televisión y estaciones de radio. Ello permite, por ejemplo, usarlos por primera vez en la historia como medio para desmentir todos aquellos mitos sobre los cuales se basa el orden actual, o para difundir cuestiones útiles para la revuelta, o simplemente para que los vecinos se expresen libremente.

En el caso de que sea inminente la recuperación policial de esos establecimientos, siempre queda la opción de hacerle un favor a la humanidad y dinamitarlos, para que nunca más puedan ser usados para la transmisión de Espectáculo enajenante. Lo mismo puede hacerse con cualquier espacio que se ocupe y no pueda ser mantenido, si le sirve al poder separado para mantener su dominación. Mientras más profunda sea la huella que se quiera dejar, mientras más se quiera erosionar la Normalidad, más necesario se vuelve el sabotaje, la destrucción o la incautación de todo lo existente.

En especial, todo lo relativo a la publicidad puede ser simplemente suprimido: desde los carteles que pueden ser saboteados de diferentes formas, hasta los “call centers” que pueden usarse como centros de comunicación para la resistencia o bien para alguna otra cosa más imaginativa, o simplemente tener el mismo destino literalmente explosivo que los otros establecimientos de su género. No hay “uso útil” que se le pueda dar a la publicidad comercial, máximo exponente del sinsentido generalizado: debe ser eliminada junto al resto de los fetiches que enajenan nuestras vidas.

Pasemos a otro plano, el de las mercancías. Las mercancías son el producto de la producción-circulación sometida, el resultado material de la enajenación y uno de los engranajes de su reproducción. Se acumulan en las vidrieras de las grandes tiendas del capital, esperando a que alguien venga a buscarlas pagando dinero a cambio. Pero sin embargo ¿porqué habríamos de pagar para recuperar lo que el sistema nos robó?

En este sentido, actúan con mucha sabiduría quienes aprovechan el momento de ingobernabilidad que provoca la revuelta para incautar toda esa mercancía, en lo que se conoce popularmente como “saqueo”. Ya que nos llenaron de publicidades para que adquiramos ese producto, y si supuestamente es tan bueno e imprescindible ¿por qué no simplemente tomarlo? (lo mismo vale para los grandes espectáculos, como el recital de los Rolling Stones en la Argentina en el que una multitud decidió suprimir la fase de comprar la entrada, y por lo cual debió enfrentarse una vez más a la policía, eterna vigilante de todas las alienaciones y enemiga visceral de la gratuidad).

De cualquier manera, es necesario distinguir en este caso las tiendas que pertenecen a grandes capitales de las que pertenecen a pequeños propietarios. Éstos últimos generalmente no tienen más fuentes de ingresos que el comercio en esos locales, por lo cual cualquier acto de incautación contra ellos tiende a dejarlos sin posibilidades de mantenerse y de mantener a sus familias, lo cual no es demasiado justo considerando que su modo de vida no es muy diferente al de cualquier asalariado. Además, los pequeños propietarios asustados tienden a ser la base social del fascismo, por lo cual no es muy inteligente ganarse innecesariamente su repudio.

La incautación de mercancías podría además pegar un salto cualitativo si, en vez de realizarse individual y caóticamente, se organizara desde asambleas de multitud. De esta manera, lo incautado podría ser repartido a quienes más lo necesitan, o equitativamente entre todos, o bien utilizado colectivamente. En el caso de un espectáculo (o, por ejemplo, de un medio de transporte) se podrían bloquear las boleterías y permitir a todo el mundo el pase gratuito (como ya ocurre habitualmente en muchas protestas y revueltas en todo el mundo).

La combinación de estos dos planos de acción (la ocupación de establecimientos y la incautación organizada de mercancías), da lugar a una tercera posibilidad, sin duda la más interesante de todas: la ocupación y puesta en marcha autogestionaria de las fábricas, campos, medios de transporte, etc. etc. etc. y la distribución asamblearia de su producto (como ya hicieron los obreros y campesinos rusos en 1917, los italianos en 1920 y los españoles en 1936, entre otros casos históricos)

De esta manera, planificando en asambleas qué se va a producir, cómo, quienes y para quién, se podrían solucionar de raíz todos esos problemas artificiales de muy fácil solución que genera la enajenación para sostenerse a sí misma, como la escasez, la “pobreza”, la miseria, el hambre, la desocupación, la contaminación ambiental, la inseguridad laboral, la desigualdad social, etc. Si se pudiera mantener aunque sea por un día la producción-circulación autogestionada, quedaría evidenciado ante todo el mundo la ridiculez del sistema en el que vivimos.

Si toda una ciudad fuera liberada de las fuerzas represivas durante algún tiempo, se podría implementar una comuna como la de París de 1871, iniciando de esa manera inmediatamente la soberanía popular asamblearia, la única democracia verdadera (federando las distintas asambleas barriales mediante cuerpos de delegados). Aún si no se avanzara hacia la expropiación y autogestión de la producción-circulación, se podría establecer un sistema de impuestos revolucionarios por el cual sean los que más tienen los que tengan que financiar la actividad pública. Y considerando que lo más probable es que la autoridad se reestablezca rápidamente, no deja de ser tentadora la idea de expropiar rápidamente y de una sola vez las grandes fortunas individuales y empresarias (incluidas especialmente las de las instituciones bancarias). Todo lo que se incaute, si lograse ser ocultado de las fuerzas represivas, podría ser usado luego para financiar la actividad subversiva. Es especialmente importante el acumular divisas, ya que resisten cualquier posible desvalorización de la moneda nacional y permiten el intercambio exterior.

En cualquier de los casos planteados el impulso de la revuelta podría además dar origen a una revisión libre y consciente de todas nuestras pautas y conductas habituales, suprimiendo o transformando las no deseadas y realizando aquellas que son preferibles. Esto llevado a escala multitudinaria, significaría la reconstrucción total de la vida. Todo podría ser creado, destruido, replanteado, puesto en cuestión y debatido públicamente (especialmente las concepciones, roles, estereotipos, esquemas, etc).

Si la experimentación libertaria se extendiera a varios ámbitos, establecimientos, espacios, barrios, etc., la cantidad de posibilidades aumentaría exponencialmente, ya que todo podría ser combinado. Prácticamente cualquier deseo podría ser materializado, lo cual a su vez permitiría la experimentación de nuevas formas de vida, de relacionamiento y de utilización del espacio, el tiempo y los recursos disponibles.

Todo un nuevo orden se podría construir en base a la integración de todas las experiencias libertarias y autogestivas, llevando a la situación liberada a ser cada vez más global. Esta podría dotarse entonces de sus propios órganos para armonizar al máximo la actividad, facilitar la conviviencia, solucionar posibles conflictos y evitar que el desborde se vuelva contra sí mismo. Estos órganos también podrían tener (y en general suelen hacerlo en los estallidos populares) la función de organizar la autodefensa, tarea fundamental para alargar por el mayor tiempo posible las situaciones liberadas antes de que sean aplastadas por las botas de la represión. Es el caso de los consejos obreros, las asambleas populares, comunas revolucionarias, etc.