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jueves, abril 26, 2007

Algunas consideraciones sobre el movimiento estudiantil

El siguiente es un panfleto genérico y adaptable a cualquier movimiento estudiantil, aunque está pensado para la lucha de los colegios pre-universitarios de la UBA.

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A los estudiantes

Es evidente que se avecina un período de gran movilización estudiantil. Si sabemos aprovecharlo, podemos hacer que realmente valga la pena, y no se termine en una mera sucesión de procesiones y discursos más o menos repetitivos y aburridos pronunciados por algunos aspirantes a dirigentes.

Tenemos dos opciones diametralmente opuestas.

Por un lado, podemos seguir los caminos habituales: dejar que nuestros movimientos sean conducidos por pequeños burócratas amantes de sus “cinco minutos de fama” frente a cámaras y grabadores. Ofrecernos generosamente como auditorio para esos “profesionales de la militancia” que quieren educarnos y dirigirnos porque piensan que carecemos de la conciencia necesaria para hacerlo por nosotros mismos. Dispersarnos ante una pelea pública de los distintos grupúsculos que quieren ser nuestra vanguardia. Repetir una serie de rituales simbólicos. Observar pasivamente como vamos perdiendo protagonismo a manos de los autodenominados “nuestros representantes”. Aceptar las condiciones que nos imponen las autoridades, y ver como en ellas somos más débiles. Sentir como cada vez el movimiento se vuelve más estéril y tenemos menos que ver con él, e ir abandonándolo de a poco. Aceptar la derrota cuando ya no quede nada, o peor aún, entregarle pacíficamente nuestra lucha a las autoridades y firmar la capitulación en un momento en el que todavía podemos dar combate. Contentarnos con alguna concesión más o menos importante, y no volver a movernos sino hasta la “próxima oportunidad” que quién sabe cuando vendrá. En definitiva, volver a casa con la amarga sensación de que nada cambió.

O bien, podemos tomar una actitud completamente diferente y jugarnos a ser plenos dueños de nuestro propio movimiento y a no sacrificarlo nunca.
Esto significa, principalmente, mirarlo y entenderlo de otra manera. Pensarlo, esta vez, como algo que realmente nos pertenece. Como el arma que nos permite dejar de ser objetos, espectadores, consumidores, votantes, masas, subdesarrollados, infantes, inconscientes, y que nos convierte en sujetos plenos, con completo protagonismo en nuestras propias vidas. Que nos abre una infinidad de posibilidades, nos da la palabra y se la quita a los que pretenden saturarnos y ahogarnos con ella.
Si elegimos esta segunda opción, elegimos el camino de la independencia, de la autonomía, de la autogestión, de la construcción desde las bases, de la creatividad colectiva, de la lucha radicalizada e ininterrumpida.

Pero ¿qué implica concretamente este segundo camino? Muchísimas cosas, de las cuales varias ya fueron puestas en práctica (dando grandes resultados) en gran cantidad de movimientos, siendo tal vez los más recientes e ilustrativos los protagonizados por lo estudiantes chilenos y franceses. Entre esas cosas, vale la pena nombrar las siguientes.

Por un lado, los recaudos que es necesario tomar para evitar el copamiento del movimiento por parte de una burocracia: auto-convocar desde las bases asambleas generales, y/o exigirle a las organizaciones estudiantiles que lo hagan. Desconocer cualquier autoridad ajena a dichas asambleas. Utilizarlas como el único ámbito de dirección de las luchas y en el cual se decidan las reivindicaciones a exigir, las medidas a tomar, la formación de comisiones y la elección de mandatarios revocables y limitados para cuestiones concretas, bajo seria vigilancia de la asamblea y subordinados completamente al mandato de ella. Revocar inmediatamente y sin contemplaciones a aquellos mandatarios que incumplan o se excedan en sus atribuciones, e inclusive expulsar de la asamblea a los que lo hagan con intereses turbios. Expulsar de la asamblea (o al menos quitarle el derecho a la palabra en ella) a todos los individuos y grupos que la usen como auditorio para sus intenciones de evangelización, educación, dirección, concientización, etc. y/o como tribuna de disputas partidarias, personales, etc., asi como también a todos aquellos que no sepan o puedan expresarse con respeto hacia sus pares y hacia las normas asamblearias. Hacer lo mismo con quienes atenten de cualquier forma contra nuestro protagonismo colectivo, por ejemplo intentando monopolizar la dirección del movimiento en manos de una minoría y/o subordinarlo a tal o cual partido político, organización, etc. Expulsar también a todos los grupos e individuos que suelan realizar habitualmente cualquiera de las cosas anteriormente nombradas, y a aquellos que declaren o hayan declarado por cualquier medio que tienen intenciones de hacerlo (especialmente, a aquellos cuyo accionar entero responde a ideologías que llaman a ello). Expulsar a todas las personas y grupos cuya presencia sea considerada perjudicial para el movimiento. Prohibir todo contacto con los medios de comunicación por fuera de aquel que sea planificado por la asamblea y llevado a cabo por los mandatarios electos a tal efecto. Prohibir el despliegue de cualquier símbolo ajeno al movimiento (por ejemplo banderas partidarias, ideológicas, nacionales o de tal o cual personaje). Establecer en asamblea todo lo que se va a negociar con las autoridades y elegir a los mandatarios que la lleven a cabo, someter a votación todos los posibles acuerdos, desconocer todo acuerdo firmado a espaldas de las asambleas (y expulsar de ellas a los responsables de hacerlo).

Por otro lado, lo que respecta a la luchas concretas en sí: nunca dejar que las autoridades impongan las condiciones de la negociación (lugar, momento, ritmos, etc.), imponerle siempre aquellas que nos sean más convenientes, respaldar todo reclamo con medidas de fuerza, rechazar cualquier acuerdo que no figure en actas, monitorear constantemente que se cumplan todas las cláusulas pactadas. Si se lleva a cabo una medida de fuerza de gran masividad y potencia y existe la posibilidad de sostenerla por más tiempo, no abandonarla hasta tanto las autoridades no acepten la concesión de todo lo exigido. Si además se mantiene esa potencia y masividad en todo el movimiento, aprovechar la oportunidad para ampliar el pliego reivindicativo a todos aquellos puntos deseados. En especial, incluir aquellas exigencias que requieren de mucha fuerza para ser conquistadas. Si ellas además benefician a otros grupos o movimientos, ir a plantearles la unidad y la coordinación para dar la lucha en común. Buscar siempre extenderla y profundizarla. Juntar fuerzas con todos los que luchen en cualquier ámbito para hacer oír sus legítimos reclamos. Experimentar la libertad que nos brinda ocupar y apropiarnos de los establecimientos en los que realizamos nuestra rutina.

Finalmente, no desmovilizarnos por más que hayamos conseguido o no lo que exigíamos: utilizar el impulso logrado para empezar a replantearnos todos los aspectos de la vida, y atacar aquellos que consideremos indeseables.

Todo lo anteriormente nombrado es sólo un marco. El contenido real del movimiento debe ser rellenado con la creatividad colectiva de todos nosotros, que en esas condiciones puede y suele llegar a alcanzar su enorme potencial.
Si estás de acuerdo con estas cosas, copiá, adaptá y difundí libremente este panfleto en cualquier ámbito.