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lunes, abril 07, 2008

El significado del Mayo Francés de 1968


En mayo de 2008 se cumplen 40 años de este importantísimo proceso de huelgas, ocupaciones y luchas de barricadas. Este articulo es un boceto que pretende aportar a un proyecto mayor, del que se informará cuando haya más datos.

El significado del Mayo Francés de 1968

El Mayo Francés de 1968 tuvo un impacto muy fuerte en la situación mundial, en la vanguardia obrera y popular y en millones de personas. Pero su significado profundo, con todas sus implicancias y derivaciones, es aún mayor: es desmesuradamente grande, a tal punto que probablemente las palabras no alcancen para describirlo en toda su magnitud. Y más aún si se lo contrasta con la sistemática subestimación, tergiversación y ocultamiento que sufre por parte de la prensa del sistema.

Entre todos esos elementos de significado profundo, vale especialmente la pena señalar unos cuantos:

El regreso por segunda vez en la posguerra del movimiento revolucionario obrero y de masas a los países capitalistas* (que, con la única excepción de la Revolución Boliviana de 1952, estaba liquidado desde las derrota de la Revolución Española de 1936 y definitivamente sepultado por la Segunda Guerra Mundial de 1939-1945 y el surgimiento de los Estados de bienestar), en un escenario mundial capitalista dominado por las revoluciones campesinas, el frentepopulismo de liberación nacional y el aparatismo militarista guerrillero.

La desmentida, por lo tanto, de las teorizaciones estalino-mao-guevaristas, reformistas socialdemócratas o proto-autonomistas (intelectuales, bohemias o hippies) que sostenían que ya no había clase obrera distinguible, que no podía ser un sujeto político independiente o que debía ir a la rastra de vanguardias iluminadas (posición que había logrado ganar inclusive a la patética mayoría del trotskismo del momento).

El regreso por primera vez en la posguerra del movimiento revolucionario de la clase obrera a los países imperialistas, haciendo entrar en crisis a la aparentemente inalterable sociedad primermundista y volviendo a traer esperanzas en la revolución proletaria mundial, contra las elucubraciones etapistas y tercermundistas del “socialismo en un solo país”.

El señalamiento, en definitiva, de la vigencia de la teoría trotskista de la Revolución Permanente.

Una de las huelgas generales más largas y más masivas de la historia: un mes entero (contabilizando desde la generalización de las ocupaciones el día 16 de mayo), involucrando a 10 millones de personas, y 122 fábricas ocupadas, con permanentes enfrentamientos semi-insurreccionales de masas contra las fuerzas represivas.

La estrecha unión de la clase obrera con el estudiantado y los sectores populares.

El resurgimiento (en algunas partes del movimiento) del internacionalismo proletario, y la recuperación por parte de las masas juveniles y obreras de la tradición socialista revolucionaria expresada en íconos como la bandera roja y el himno Internacional.

El rechazo del reformismo sindicalista de los acuerdos de Grenelle, la apertura de la perspectiva del poder obrero en base al derrumbe del gobierno, la negación cada vez mayor del poder del Estado capitalista y la destrucción de sus símbolos.

El más absoluto protagonismo de masas: a lo largo de todo un país, en cada establecimiento funcionaba una asamblea general soberana. En los edificios ocupados, todas las credenciales perdían su validez: no había autoridad por fuera del movimiento real y viviente de las masas. En las calles confluían permanentemente decenas de miles de personas. Cuando las fuerzas represivas intentaban avanzar, eran miles los que levantaban espontáneamente varios perímetros de barricadas y resistían por largos períodos en durísimos combates.



El Mayo Francés significó, en definitiva, la irrupción viscosa, hirviente y burbujeante de lo humano sobre los hierros oxidados y fríos de la estructura social de alienación. El final del silencio forzado y el monólogo social, acabado por el alzamiento de miles de voces que dialogaban sin restricciones ni jerarquías, sin limitaciones de lugar ni de tiempo.

¿Qué fue entonces lo que falló?

Todo esto no fue suficiente: la clase obrera, por carecer todavía de una conciencia revolucionaria plena (lo cual es normal al comienzo de los procesos revolucionarios**), permitió que siguiera al frente de sus organismos de lucha la burocracia estalinista, que se encargó de evitar su evolución en el sentido de organismos políticos de autodeterminación de masas (al estilo soviets).

De esta forma, los Comités de Acción de las fábricas, que habían sido creados directamente por las bases obreras o bajo la presión de ellas, en vez de servir para unificar y elevar la lucha, la encerraron dentro de los límites físicos de cada planta industrial, aislando (mediante el férreo control de las puertas de las fábricas) a los obreros de ellas entre sí y del movimiento revolucionario de masas (que desde el 13 de mayo había encontrado su cuartel general en la Sorbona).

De esa forma, el estalinismo pudo evitar la formulación de la perspectiva revolucionaria hasta que el gobierno pudo retomar la iniciativa y contraatacar. Luego de eso, se encargó de desactivar uno por uno los bastiones de la huelga, coordinando su acción con la represión estatal.

Como sostenía Lenin, la clase obrera no desarrolla espontáneamente una conciencia revolucionaria clara, un pensamiento estratégico de cómo lograr imponer su punto de vista contra sus enemigos. Esa claridad y esa estrategia debe serle aportada desde una organización específicamente diseñada para esa tarea: el partido revolucionario.

Durante las jornadas de mayo-junio, no existieron organizaciones revolucionarias con una política correcta y un nivel de inserción en las masas (y en el proletariado en particular) suficiente como para poder ganar a millones para una estrategia política de poder y disputarle al estalinismo la dirección de los Comités de Acción.

Las organizaciones existentes, o actuaban como furgón de cola de los estalinistas, o no contaban con una estructura partidaria desarrollada con núcleos sólidos en los principales bastiones de la lucha. Algunas agrupaciones revolucionarias, que intervinieron consecuentemente en la lucha y que inclusive habían llegado a ganarse el respeto y la simpatía de importantes sectores de vanguardia, se negaban a construir partidos por defender una perspectiva espontaneísta. Por lo tanto, el impulso revolucionario de las masas, de la juventud y de la clase obrera, se disipó ante la falta de una estrategia de poder y de una dirección consecuente con ella***.


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* También habían ocurrido movimientos obreros revolucionarios en los estados burocráticos orientales: Alemania del Este en 1953, Hungría en 1956, etc.

** La Revolución Rusa de 1917 comenzó en febrero, con una huelga general y la formación de soviets. Aun en medio de esa gigante explosión, la falta de claridad estratégica de las masas se plasmaba en el hecho de que la dirección de los soviets estuviera en manos de los mencheviques y los “socialrevolucionarios”, fuerzas reformistas y, por lo tanto, contrarrevolucionarias.

*** En la Revolución Rusa de 1917, esa función la cumplió el Partido Bolchevique, que entre febrero y octubre, consiguió ganar a las masas obreras para la perspectiva de la toma del poder como medio para conquistar sus aspiraciones. Este triunfo político se plasmó a nivel dirección con la revocación de los delegados mencheviques en los soviets y la elección de otros bolcheviques para desempeñar su función, lo que permitió votar y llevar a cabo el levantamiento insurreccional.